En nuestras últimas publicaciones del blog, exploramos el estrés positivo desde varios ángulos y analizamos la media sonrisa de Thich Nhat Hanh.

Siendo el tema recurrente la búsqueda de la paz interior, decidí continuar esta exploración aquí a través del tema del frío y las reacciones de nuestro cuerpo.

La experiencia de la ducha fría

Me interesé por el tema gracias a un estudio que demostró que, en un grupo grande, las personas que tomaban duchas más largas tenían una correlación directa con más trastornos emocionales.

Pero ¿por qué es esto relevante?

Mi cerebro inmediatamente hizo la conexión: ¿son más felices los que se duchan más cortos? El estudio realizado por John Bargh en Yale llevó este pensamiento aún más lejos al establecer un vínculo directo entre el aislamiento social, la temperatura promedio de la ducha y su duración.

Esto me llevó a plantearme otra pregunta: ¿qué pasaría si esta ducha fuera fría y corta?

Sabiendo que considero que cualquier estadística está sesgada una vez interpretada, tuve que comprobarla por mí mismo.

El momento presente y la repetición

El reto era sencillo: no pasar más de 10 minutos en la ducha y terminar con agua cada vez más fría, luchando contra las ganas de salir a medida que el agua se volvía incómoda.

Como podéis imaginar la primera vez es un auténtico shock. El cuerpo, no acostumbrado a este concepto, reacciona de forma sorprendente: respiración acelerada, hormigueo, escalofríos...

Pero al día siguiente el ejercicio se vuelve más sencillo. El estrés inicial se transforma en eustrés (estrés positivo) y el desafío gradualmente parece menos difícil.

Esto ilustra la resiliencia de nuestros hábitos y de nuestra mente, pero también la increíble capacidad del cuerpo para adaptarse cuando la mente así lo decide. Poco a poco, durante los siguientes días, el agua fría se vuelve extrañamente agradable. Parece menos frío y hasta vigorizante. El cuerpo se acostumbra y empieza a beneficiarse.

En lugar de simplemente exponer la espalda y el cuello durante unos segundos, te sientes capaz de permanecer sumergido bajo el agua helada durante más tiempo.

Los beneficios

Numerosos estudios demuestran los efectos positivos del agua fría:

  • Niveles de estrés reducidos durante 12 horas
  • Mejora la circulación sanguínea
  • Reducción de la inflamación
  • Regulación de la producción de sebo (beneficioso para el acné, entre otras cosas)

En el cabello

El agua fría ayuda a suavizar la cutícula del cabello, que es la capa exterior protectora formada por escamas. Bajo el efecto del agua fría, estas escamas se tensan, haciendo que la superficie del cabello sea más suave y brillante. Por el contrario, el agua caliente abre la cutícula, provocando pérdida de humedad y haciendo que el cabello sea más propenso al frizz y a dañarse. Por tanto, enjuagar con agua fría ayuda a fortalecer y embellecer el cabello.

En la piel

El efecto es similar: el agua fría provoca vasoconstricción, seguida de vasodilatación, que ayuda a llevar sangre oxigenada a las extremidades de la piel.

Encontrar el equilibrio a través de la experiencia

¿Cómo puede este tipo de experiencias aportar equilibrio personal?

El primer punto clave es ser conscientes de nuestros hábitos. Pero más allá de la simple observación, se trata de aprender a escuchar las necesidades reales de nuestro cuerpo.

Al principio parece una locura, incluso incómodo. Entonces te das cuenta de que no es tan difícil después de todo y que incluso te sientes bien. Para lograr este nivel de aceptación, la repetición es esencial, así como escucharse a uno mismo, tal como en la meditación.

Pero la verdadera clave es sentir el momento presente.

Después de varios meses de aplicar este método, hay días en los que es importante aceptar no seguirlo, no forzarse y permitirse una ducha hirviendo de 20 minutos.

El desafío es aprender a reconocer el propio estado interior a través de los propios hábitos. Pero también cuestionar lo que consideramos “normal”, simplemente porque es la respuesta más simple.

Esto me recuerda un concepto esencial desarrollado por Alan Watts: el de dejar ir. Desprendernos de nuestros pensamientos rígidos, del control que pretendemos ejercer sobre todo y de nuestros apegos. Aceptar la realidad tal como es, lo que, paradójicamente, nos da un mayor control sobre nuestro propio camino.

Reinterpretando el éxito y la incertidumbre

Otro aspecto fundamental es ir más allá de la noción de éxito convencional. Ya no se trata de una progresión vertical, donde buscamos un resultado específico, sino de un enfoque horizontal, donde la experiencia en sí tiene más valor que el objetivo final.

Finalmente, esta experiencia nos invita a redefinir nuestra relación con lo desconocido. En lugar de luchar contra lo impredecible, podemos acogerlo con curiosidad y apertura.

Equilibrio a través de la experimentación

Nuestro cuerpo es una máquina fascinante. Ya seas un fanático de Iron Man o simplemente un entusiasta del gimnasio y el spa, salir de los caminos trillados te permite ponerte a prueba, ya sea tomando una nueva ruta para caminar o haciendo un ejercicio de manera diferente.

En lugar de establecer un objetivo rígido, podemos ver cada experiencia como un grano de arena en un desierto sin fin. Encontrar consuelo en la incomodidad. Acepte la repetición, pero véala como una necesidad de desafío. Acepta la incertidumbre. Date la oportunidad de ser más resiliente.

La esencia de esta experiencia no reside en el agua fría en sí, sino en lo que representa: nuestra capacidad de redefinir nuestros límites, de deconstruir nuestras creencias sobre la comodidad y la dificultad. Enfrentar voluntariamente el malestar, aunque sea en pequeña medida, nos permite refinar nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos.

El rumor de Wim Hof

A través de su método de respiración y exposición al frío, sigue esta misma línea: observar en lugar de reaccionar, acoger en lugar de luchar.

No es tanto una cuestión de disciplina como de curiosidad: ¿qué pasaría si lo que consideramos desagradable fuera sólo una falta de hábito?

¿Qué pasaría si en lugar de evitar estos momentos los transformáramos en herramientas de crecimiento?

Efectos de la exposición al frío en el cerebro

  • Activación del sistema nervioso simpático → Aumenta la adrenalina y la noradrenalina, aumenta el estado de alerta y la energía.
  • Aumento de noradrenalina (x2 a x5) → Reduce la ansiedad y mejora el estado de ánimo.
  • Liberación de dopamina (+250%) → Efecto antidepresivo natural, aumenta la motivación y el bienestar.
  • Estimulación de los receptores TRPM8 → Regula el dolor y la adaptación al frío.
  • Aumento del BDNF → Promueve la neuroplasticidad, mejora la memoria y el aprendizaje.
  • Regulación del cortisol → Reduce el estrés crónico a largo plazo.
  • Producción de endorfinas → Sensación de bienestar y relajación tras la exposición al frío.

El estrés corto pero controlado fortalece así la resiliencia mental y el equilibrio emocional . Precaución: Si piensas practicar, hazlo paso a paso y prestando especial atención a la respiración y al estado físico/mental durante el esfuerzo.

Después de todo, el equilibrio no se encuentra en la supresión del malestar, sino en nuestra capacidad de acogerlo y bailar el tango de los altibajos.

La disciplina yóguica no busca el dominio absoluto del cuerpo, sino más bien la armonización entre el esfuerzo y el abandono. Tal vez la verdadera lección del agua fría sea la misma que la del tatami: aceptar plenamente lo que es y, en esa aceptación, descubrir una forma insospechada de libertad.

21 marzo 2025 — Hadrien Loge
Etiquetas: Stress